Te levantas una mañana sin ese dolor insoportable con el que llevas conviviendo por años.
Cada día te sientes: más centrad@, enraizad@ y conectad@ con tu cuerpo.
Notas que con el pasar de los días, tu postura se vuelve más altiva, tu espalda más saludable y tu cuerpo más móvil.
Lidias mejor con el estrés diario, regulas tus emociones y centras tu mente moviéndote de una manera fácil y orgánica.
Te vuelves más hábil y eficiente haciendo lo que más te gusta hacer: bailar, correr, entrenar, prácticas deportivas, artes marciales.
Eres menos dur@ contigo. Estás más pendiente de ti y de lo que necesitas para estar mejor.
Lo viví yo misma cuando decidí buscar una manera diferente de solucionar mis lesiones y encontré una práctica única y sencilla que me mejoró y cambió la relación conmigo misma.
Mis lesiones nunca regresaron, experimenté sensaciones completamente novedosas y me sorprendí con todas las cosas que era capaz de volver a hacer.
Empecé a sentirme mejor con quien yo soy y más cómoda en mi cuerpo.
Todo esto desde el moverme fácil, sin esfuerzo y siendo amable conmigo.
Soy Franchezca Pinzón y yo he estado en el lugar donde tú estás.
Soy bailarina de profesión, tras múltiples lesiones tuve que dejar mi carrera (eso no me alegró para nada), las ayudas que encontraba desde el enfoque tradicional, sólo me daban soluciones a corto plazo, incluso llegaron a sugerirme una cirugía de rodilla, a la que jamás me sometí. Pensé que nunca iba a mejorar y que nadie podría ayudarme.
Necesitaba una solución contundente, si quería volver a bailar, pero no sabía ni a quien ni a donde ir. Extrañas coincidencias de la vida (aunque sabemos que las coincidencias no existen) me llevaron a conocer el Método Feldenkrais.
Me comprometí conmigo. Invertí tiempo y dinero para emprender mi proceso de mejoría, y fue así como me certifiqué internacionalmente como maestra del Método Feldenkrais.
Aprendí una manera completamente diferente de acceder al cuerpo: fácil, sin dolor y siendo amable. Y aunque esto requirió práctica lo conseguí.
Ahora me relaciono conmigo misma desde estos
cuatro pilares fundamentales
Mediante la práctica me di cuenta que mi cuerpo tiene todo lo que necesita para aprender y mejorar por sí mismo, desde un lugar completamente diferente: Sin esfuerzo ni dolor. Parece magia!
Al moverme con amabilidad encontré una danza propia que me conectó con sensaciones y emociones nuevas y placenteras. Descubrí una versión más organizada y honesta de mí.
Colocando la atención plena en mí, sin pelear con mis pensamientos. Me di cuenta de cómo hago lo que hago y así, permito el cambio y la mejoría.
Estoy más atenta a las señales que da mi cuerpo: sé cuándo detenerme, para evitar hacerme daño y encontrar nuevas rutas para avanzar. La decisión de mejorar está en mis manos.