Cada persona tiene su propia manera de hacer las cosas, verás, aquí en Colombia el arroz es un elemento infaltable en el almuerzo, está tan presente que muchas personas afirman que si en su plato no hay arroz no sienten que almorzaron.

Aunque el arroz siempre se va a ver igual, cada quien tiene su propia manera de prepararlo siguiendo sus propios pasos para obtener el sabor que más le gusta. Este orden se repite una y otra vez en la cocina hasta que se crea un hábito, una organización determinada que se practica todos los días.

Con el movimiento ocurre igual; de alguna manera, tú eliges la organización de ciertas partes de tu cuerpo que se involucran para ejecutar acciones como lavarte los dientes, peinarte, levantarte de la cama, sentarte, estar de pie esperando el bus, amarrarte los zapatos o levantarte de una silla. Creas un hábito de movimiento y lo repites todos los días durante los años que tienes.

Los hábitos que creas, te han ayudado a hacer que tu vida sea más fácil y efectiva, pero la situación se vuelca cuando a través de un dolor, tu cuerpo registra que algo no anda bien y que necesita ser revalorado. Quizá ese hábito que fue funcional por un periodo ya no lo es y las partes de tu cuerpo que están involucradas, necesitan un descanso o apoyo de aquellas excluidas de tu selectiva organización.

Hoy quise tomar una acción tan simple como levantarte de una silla, además de ser un movimiento que se realiza todos los días de la vida, muchas veces está cargado de esfuerzos innecesarios, «mañas» y poca efectividad del movimiento.

Aunque esta estrategia no pretende ser la forma correcta, si busca que puedas modificar ciertos hábitos no funcionales de movimiento que pueden causar dolor y restricción, buscando que encuentres en ti mism@ optimizar esta acción usando el mínimo de esfuerzo y la mayor eficacia.

Aprender una manera diferente de levantarte de una silla, te va a significar un cambio importante en tus hábitos desgastados de movimiento, por otros que influencien positivamente tus dolencias de espalda y la facilidad de moverte en tu vida cotidiana.

Volviendo al caso: Modifica algunos pasos, incluye un nuevo ingrediente y comprueba que tu arroz que ya era rico, siempre puede ser mejor.

Disfruta la clase, apréndela y repítela una y otra vez en tu vida cotidiana.

Cambiar un hábito necesita repetición, el verdadero ejercicio es hacerte consciente de lo que haces y experimentar hacerlo diferente, sólo así puedes cambiar algo y mejorar.

Haz la clase, compártela y déjame tus comentarios.

 

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